Las buenas prácticas de higiene íntima para personas en transición
La transición, ya sea hormonal o quirúrgica, implica transformaciones profundas y únicas a nivel de la anatomía íntima. Para las personas trans, estos cambios requieren una atención especial a la higiene íntima, que a menudo difiere de los cuidados anteriores a la transición.
Ya se trate de preservar la salud del neovagina tras una vaginoplastia o de prevenir irritaciones e infecciones relacionadas con los efectos de la testosterona, una rutina adecuada desempeña un papel clave en el confort diario y en la prevención de complicaciones. Esta guía explora consejos y buenas prácticas para acompañar cada etapa de la transición, poniendo el foco en cuidados adaptados a las necesidades fisiológicas de las personas en transición.
1. Transición Hormonal: Cambios Fisiológicos
A. En hombres trans (tratamiento con testosterona)
Cambios documentados
- Agrandamiento del clítoris (clitoromegalia)
Uno de los cambios más visibles inducidos por la testosterona es el agrandamiento del clítoris, también llamado clitoromegalia. Los tejidos eréctiles del clítoris reaccionan de manera similar a los del pene durante la pubertad masculina, aumentando su tamaño, lo cual puede variar mucho entre personas.
El clítoris puede alcanzar entre 1 y 5 cm de longitud, según la duración del tratamiento y la sensibilidad individual a la testosterona. A veces se describe como un crecimiento "péniforme", ya que puede parecer un micropene, con mayor capacidad de erección. Además del aspecto físico, suele aumentar la sensibilidad, lo que puede cambiar la percepción del placer sexual y del orgasmo.
- Atrofia de los órganos genitales internos
La testosterona puede provocar una atrofia progresiva de los ovarios y del útero, debido a la disminución de estrógenos y al efecto de los andrógenos.
Esto se manifiesta con una reducción de tamaño y funcionalidad de estos órganos. Como resultado, la menstruación se vuelve irregular y desaparece tras unos meses o años, lo que se conoce como amenorrea. Aunque suele ser un cambio esperado y deseado, puede ir acompañado de síntomas como sofocos o sequedad vaginal.
- Redistribución de grasa y desarrollo muscular
La testosterona también modifica la distribución de la grasa corporal y favorece el desarrollo muscular. Estos cambios, visibles a nivel general del cuerpo, también afectan la región pélvica.
La grasa, antes concentrada en caderas y muslos bajo el efecto de los estrógenos, tiende a desplazarse hacia zonas más típicamente masculinas como el abdomen. Al mismo tiempo, el aumento muscular puede dar un aspecto más tonificado a la zona pélvica. Estos cambios contribuyen a un perfil corporal más masculino y pueden cambiar la percepción del placer debido a una nueva propriocepción de las zonas íntimas.
- Cambios en la sexualidad y la función urinaria
La libido suele aumentar rápidamente con la testosterona. Además, las sensaciones relacionadas con la excitación y el orgasmo también cambian, en parte debido al aumento de sensibilidad del clítoris agrandado (a veces llamado Dicklit o Phalloris). Algunas personas reportan orgasmos más intensos o diferentes a los que tenían antes del tratamiento hormonal.
Respecto a la función urinaria, la testosterona puede influir en el tono muscular de la pelvis y la uretra. Aunque los datos aún son limitados, algunas personas reportan cambios en la frecuencia o sensación al orinar, como escozor leve o alteraciones en el flujo, lo que puede requerir ajuste en los cuidados o seguimiento médico.
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